Llevo mucho tiempo dándole vueltas –en mi mente, claro– al rollo ecológico y al final creo que solo sirve para que nos vendan una cantidad de motos increíble. Supongo que eso me pasa por leer el Eco-Lab de El País. La cosa es que me da la impresión de que hay una gran entente empresario-gubernamental que pretende que sea la gente quien se encargue de salvar el Mundo y, claro, no podemos. Es la versión conspiranoica de “que se encargue la comunidad” de las empresas de desarrollo de software. Lo que sí puedo hacer es ordenar el mío, mi pequeño mundo cercano, quiero decir. ¿Y cómo lograr tamaña hazaña? Pues con una tecnología increíblemente avanzada, a la vez que tremendamente económica, que no está la cosa para dispendios, y sumamente eficaz: actuando como pienso que lo haría mi abuela. Para quedarse loco, lo sé.
Pero es que eso de: “esto lo hacía ya mi abuela” es lo que me viene a la cabeza cada vez que leo/veo algo relacionado con el eso reciclar, el DIY, la reutilización de bolsas de plástico (vivo en una ciudad donde siempre se ha pensado que comprar bolsas de la basura era un despilfarro, aunque sean las adecuadas para basurear), usar las cosas hasta que se gasten… Vamos, lo normal.
Esa era –en parte sólo, porque mi abuela era compleja– la filosofía de aquella señora bajita, con el pelo blanco (gracias por la herencia), y sorda como una tapia (gracias, nuevo) que manejaba con arte una pequeña pensión y se las apañaba para que no faltase nada en su pequeña casa, siempre ordenada y llena de plantas.
El caso es que sí creo en ese ecologismo de Km 0. En lo de ir al campo y volver a casa con la basura (también creo que deberían mandar a galeras a los que ensucian el monte, ojo), en comprar el pan en de ese pueblo por el que pasas, o ese queso elaborado en el pueblo de al lado que descubres un día que has ido de excursión. Además, todos los que valoramos estas cosas estamos obligados a comprar –a pesar de la amable incomprensión de nuestros acompañantes– para que estos pequeños negocios sigan existiendo, claro. [Publicidad no pagada: si vais algún día por Oropesa –que deberíais ir al menos una vez al año– os recomiendo visitar su panadería (C/ Empedrada, 23) y especialmente la quesería artesanal El Buen Pastor (C/ Calzada Real, 43 Tfno: 925 430 217).Son negocios sin Facebook, ni Twitter ni la madre que lo fundó, como deben ser los negocios serios. También os recomiendo visitar el castillo. Y comer en el Parador mirando a Gredos #mundoviejuno. Y hacer una excursión hasta la Ermita de Peñitas, que tiene al lado un parque con unos patos de lo más majos].
Y ahora, ¿cómo plasmo todo este rollo en el blog? Fácil. Casi tanto como lo de la tecnología justiniana (mi abuela materna se llamaba Justina). He hecho un calendario de temporada que os podéis descargar. Y sin darme importancia, oye. De acuerdo que tipográficamente no es la bomba, vale, pero conceptualmente… Conceptualmente es el recopetín.
El calendario de temporada, junto con el menú semanal y la lista de la compra, son los accesorios de cocina más importantes del orbe mundo. Casi tanto como la rasqueta para hacer pan. Nos van a permitir que nuestra comida sea más variada, más rica y más barata. ¿Parezco Ana Mª Herrera? Sí. ¿Tengo más razón que Descartes? También.
Vale que a todos nos gusta aportar la nota exótica a nuestras vidas –soy el primero que tiene en la lista de cosas pendientes este curry-, pero también tenemos que reconocer que comer sandía en enero, salvo antojo o que sea la última voluntad del condenado a muerte de una peli de esas en las que el Gobernador llama justo cuando le iban a pinchar la inyección letal, es bastante estúpido. Ese producto “hors saison” (estoy pensado en los típicos espárragos peruanos): ¿cuándo fue recolectado? ¿Cuántos miles de Km. ha recorrido hasta llegar al estante del súper? ¿Cuánto le han pagado al productor? ¿A qué sabe? Pues eso.
O dejo que penséis un rato, que para ser una entrada sin receta ya os he metido bastante rollo.
Ah, podéis descargar el PDF de aquí.
Nota: la foto de las fresas la he tomado prestada de Loikos. Y está lleno de cosas chulas.
Edito: me soplaron el otro día (me lo sopló Garbancita, para ser exactos) que los mangos que se cultivan en la Costa Tropical (al sur de Granada) tambíen están en temporada, aunque son bastante difíciles de conseguir porque la mayor parte de la producción -de gran calidad, según parece- se exporta. Por si tenéis la suerte de pillarlos.
Pero es que eso de: “esto lo hacía ya mi abuela” es lo que me viene a la cabeza cada vez que leo/veo algo relacionado con el eso reciclar, el DIY, la reutilización de bolsas de plástico (vivo en una ciudad donde siempre se ha pensado que comprar bolsas de la basura era un despilfarro, aunque sean las adecuadas para basurear), usar las cosas hasta que se gasten… Vamos, lo normal.
Esa era –en parte sólo, porque mi abuela era compleja– la filosofía de aquella señora bajita, con el pelo blanco (gracias por la herencia), y sorda como una tapia (gracias, nuevo) que manejaba con arte una pequeña pensión y se las apañaba para que no faltase nada en su pequeña casa, siempre ordenada y llena de plantas.
El caso es que sí creo en ese ecologismo de Km 0. En lo de ir al campo y volver a casa con la basura (también creo que deberían mandar a galeras a los que ensucian el monte, ojo), en comprar el pan en de ese pueblo por el que pasas, o ese queso elaborado en el pueblo de al lado que descubres un día que has ido de excursión. Además, todos los que valoramos estas cosas estamos obligados a comprar –a pesar de la amable incomprensión de nuestros acompañantes– para que estos pequeños negocios sigan existiendo, claro. [Publicidad no pagada: si vais algún día por Oropesa –que deberíais ir al menos una vez al año– os recomiendo visitar su panadería (C/ Empedrada, 23) y especialmente la quesería artesanal El Buen Pastor (C/ Calzada Real, 43 Tfno: 925 430 217).Son negocios sin Facebook, ni Twitter ni la madre que lo fundó, como deben ser los negocios serios. También os recomiendo visitar el castillo. Y comer en el Parador mirando a Gredos #mundoviejuno. Y hacer una excursión hasta la Ermita de Peñitas, que tiene al lado un parque con unos patos de lo más majos].
Y ahora, ¿cómo plasmo todo este rollo en el blog? Fácil. Casi tanto como lo de la tecnología justiniana (mi abuela materna se llamaba Justina). He hecho un calendario de temporada que os podéis descargar. Y sin darme importancia, oye. De acuerdo que tipográficamente no es la bomba, vale, pero conceptualmente… Conceptualmente es el recopetín.
El calendario de temporada, junto con el menú semanal y la lista de la compra, son los accesorios de cocina más importantes del orbe mundo. Casi tanto como la rasqueta para hacer pan. Nos van a permitir que nuestra comida sea más variada, más rica y más barata. ¿Parezco Ana Mª Herrera? Sí. ¿Tengo más razón que Descartes? También.
Vale que a todos nos gusta aportar la nota exótica a nuestras vidas –soy el primero que tiene en la lista de cosas pendientes este curry-, pero también tenemos que reconocer que comer sandía en enero, salvo antojo o que sea la última voluntad del condenado a muerte de una peli de esas en las que el Gobernador llama justo cuando le iban a pinchar la inyección letal, es bastante estúpido. Ese producto “hors saison” (estoy pensado en los típicos espárragos peruanos): ¿cuándo fue recolectado? ¿Cuántos miles de Km. ha recorrido hasta llegar al estante del súper? ¿Cuánto le han pagado al productor? ¿A qué sabe? Pues eso.
O dejo que penséis un rato, que para ser una entrada sin receta ya os he metido bastante rollo.
Ah, podéis descargar el PDF de aquí.
Nota: la foto de las fresas la he tomado prestada de Loikos. Y está lleno de cosas chulas.
Edito: me soplaron el otro día (me lo sopló Garbancita, para ser exactos) que los mangos que se cultivan en la Costa Tropical (al sur de Granada) tambíen están en temporada, aunque son bastante difíciles de conseguir porque la mayor parte de la producción -de gran calidad, según parece- se exporta. Por si tenéis la suerte de pillarlos.
Completamente a favor. Hace unos cuantos años esto era prácticamente de cajón, las verduras de temporada eran las que se podían comprar, y punto. Ahora no, ahora uno puede comprar de todo durante todo el año. El problema es que se cultiva en invernadero, se madura de aquella manera y el sabor no recuerda ni lejanamente a lo que tiene que recordar.
ResponderEliminarLa verdad es que yo siempre he sido un poco desastre y nunca me acuerdo de cuándo empieza la temporada de esto o esto aquello, así que uso a mi madre, que para eso vale más que yo, jajaaja. Ahora usaremos el calendario del señor Cocotte.
'Chas gracias. Esa es la idea. Me refiero a lo de comer mejor y más barato. Eso sin dejar de lado nuestras exóticas veleidades gastronómicas. ¿Rollitos vietnamitas? ¡Póngame dos, por favor! :)
EliminarTotalmente a favor de la cocina de temporada, ¡muy buena idea lo del calendario!
ResponderEliminarGracias, Stra, Cooper!
EliminarAlgún día escribiré un post sobre mis dificultades para elaborar un menú semanal para 6 y cómo se desbarata todo cuando voy a Carrefour. ¡Gracias!
ResponderEliminarEl menú semanal hay que verlo como algo interpretable, mujer. Más como un apartitura que como un el reglamento de tráfico. Eso es lo que me digo yo cuando veo que no me da tiempo NI DE COÑA a hacer lo que toca ese día.
EliminarMe has hecho feliz con el calendario y con tu discurso. Me lo voy a enmarcar en la cocina!
ResponderEliminarSi vas a hacer eso, te lo mando impreso en papel bueno y firmado :P
EliminarVengo de La receta de la Felicidad, me gusta tu blog, bien explicado, simple y con recetas interessantes. Pero no encuentro la forma de suscribirme a él par que me lleguen las entradas y entonces es difícil seguirlo.
ResponderEliminarBueno pues ya me dirás, besitos.
Creo que tras la última reforma me había pasado con el "menos es más". He añadido algunas cosas ahí a la derecha que espero os te gusten. Gracias.
EliminarYo es que te admiro por estas cosas.
ResponderEliminarPicueto me has dejado.
EliminarLos mangos de temporada del sur de Granada los venden en París como "mangos de España". Dado que estos señores tienen terreno tropical donde podrían plantar mangos realmente tropicales, nos hace gracia que los lleven de España, donde hasta Canarias el trópico ni se empieza a oler. Pero bueno.
ResponderEliminarPues son de Graná, como Lorca y la Alhambra. Lo que son las cosas. Yo sabía lo de los kiwis de Salobreña, pero no tenía ni idea de nada de mangos, papayas y cosas así. Bueno, los kiwis también se cultivan cerca de aquí, en la ladera sur de Gredos. Somos tropicales, Su.
EliminarNos han creado la necesidad de depender de un móvil..de comer verduras fuera de temporada y que evidentemente no saben igual..de subir en ascensor en lugar de usar las piernas...de guardar los números de teléfono en un móvil (repito) en lugar de hacerlo de memoria como hacíamos hace 30 años..y así hasta el infinito.
ResponderEliminarTienes más razón que un santo y te has quedado tan pancho..¿a qué si? uy! me estoy dando cuenta de que abuso de los puntos suspensivos. Será efecto de tanta dependencia.
A ver, reconozco que también tiene sus ventajas, las cosas como son, pero en muchos casos, salimos perdiendo en salud, y de esto, no nos damos cuenta aunque quiero pensar que ya hemos empezado a reaccionar.
Uy, llevo prisa y no estoy expresando bien lo que quiero decir, pero seguro que me entiendes, verdad?
un abrazo
Se te entiende perfectamente, Graci. No estoy en contra de la tecnología y la vida moderna para nada (escribo un blog!) y me parece que tiene cosas geniales, como el acceso a todo tipo de productos que cuando éramos pequeños -y hablo de tan sólo hace 30 años- ni pensábamos que existiesen. Sólo me parece que a veces, con tanta disponibilidad se nos va la pinza y queremos fresas en noviembre y cosas así. Y no es que eso esté mal, pero me parece que debe ser la excepción y no la norma. No sé si me explico ;)
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