Esta es una de esas recetas que parecen tenerlo todo: su elaboración está tirada (una de las ideas subyacentes de este blog es animar a cocinar en casa, no lo olvidemos), es barata (hace unos días miré el precio de la calabaza y estaba a 1.85 €/Kg), todos los ingredientes son fáciles de encontrar y se utilizan productos de temporada.
No soy muy de evangelizar –no quiero que los amables lectores de M. Cocotte piensen que soy un talibán de la cuchara– pero creo que a veces hay que recordar cosas como la conveniencia de basar la cocina de a diario en los productos de temporada: saben mejor, son más baratos, nos los traen desde más cerca y eso reduce la polución que se genera en su manipulación y en su transporte. Es más ecológico –incidiendo en el sufijo “lógico”– en el sentido en que lo era mi abuela, que devolvía los cascos de las botellas, iba a la compra con su carrito y compraba la fruta sin bandejas de plastiquillo ni otras chorradas. Creo mucho en esa ecología de los pequeños gestos.
Pero no nos desviemos. En cuanto a la crema en sí, me gusta el punto que le da el curry, su textura algo espesa y el sabor del queso (idealmente mascarpone pero se puede usar cualquier queso cremoso que tengamos a mano) al deshacerse en el puré.
En fin, un plato sabroso, sencillo y barato, lo que se está convirtiendo en la marca de la casa.
NOTA: si os interesa el tema eco y queréis saber más, sobre todo acerca de sus contradicciones, os recomiendo el blog de Clemente Álvarez: Ecolaboratorio.
Tenéis la receta en PDF aquí, como siempre.
No soy muy de evangelizar –no quiero que los amables lectores de M. Cocotte piensen que soy un talibán de la cuchara– pero creo que a veces hay que recordar cosas como la conveniencia de basar la cocina de a diario en los productos de temporada: saben mejor, son más baratos, nos los traen desde más cerca y eso reduce la polución que se genera en su manipulación y en su transporte. Es más ecológico –incidiendo en el sufijo “lógico”– en el sentido en que lo era mi abuela, que devolvía los cascos de las botellas, iba a la compra con su carrito y compraba la fruta sin bandejas de plastiquillo ni otras chorradas. Creo mucho en esa ecología de los pequeños gestos.
Pero no nos desviemos. En cuanto a la crema en sí, me gusta el punto que le da el curry, su textura algo espesa y el sabor del queso (idealmente mascarpone pero se puede usar cualquier queso cremoso que tengamos a mano) al deshacerse en el puré.
En fin, un plato sabroso, sencillo y barato, lo que se está convirtiendo en la marca de la casa.
NOTA: si os interesa el tema eco y queréis saber más, sobre todo acerca de sus contradicciones, os recomiendo el blog de Clemente Álvarez: Ecolaboratorio.
Tenéis la receta en PDF aquí, como siempre.
CREMA DE CALABAZA CON MASCARPONE Dificultad: lo puedes hacer incluso con las manos congeladas. Ingredientes (para 6 personas con necesidad de calentarse):
Preparación: 1 Pelamos y troceamos dos cebollas. Las sofreímos con un par de cucharadas de aceite. 2 Añadimos dos patatas peladas y cortadas en dados y 800 g. de pulpa de calabaza troceada. Condimentamos con curry en polvo a nuestro gusto. Una vez rehogado todo junto, lo cubrimos con dos litros de agua y lo ponemos a cocer a fuego medio durante una media hora. 3 Mientras se va cociendo todo, mezclamos 200 g. de queso mascarpone –u otro queso cremoso que tengamos a mano– con una cucharada de perejil fresco picado y otra de cebollino, también picado muy finamente. 4 Cuando haya pasado la media hora y la verdura esté en su punto, lo pasamos todo por la batidora, salpimentamos la crema obtenida y la servimos en seis cuencos. Sale bastante cantidad. 5 Formamos bolas de queso con dos cucharas y ponemos una en cada cuenco. Servimos la crema caliente. Esta crema se puede congelar, pero al descongelarla hay que batirla porque se separa parte del caldo. No influye para nada en el sabor ni en la textura. |