Miedo me da publicar esta entrada. Que si yo la hago así, que si es mejor asá, que si la más buena es la de mi madre, que si la de mi tía… Pero en algún momento, un gastroblogger español se tiene que lanzar a las procelosas aguas de la tortilla de patatas. Ya lo dice la canción “gastroblogger español, gastroblogger valiente...”.
Para situarnos: la mejor tortilla es la de vuestras madres (en mi caso, no; la mejor es la de Mme. Cocotte, que las hace justo como a mí me gustaría hacerlas). No se hable más, Pero como pasa tantas veces, lo mejor es enemigo de lo bueno y aquí vamos a intentar enseñaros a hacer una tortilla decente, de esas que llevas a un cumpleaños -¿hay cumpleaños posible sin tortilla?- y quedas como un señor. O como una señora. O como un alabardero. Cada uno como lo que le apetezca.
Tortillas se pueden hacer miles. La mezcla de aceite de oliva (virgen extra, por favor), huevos y verduras –patatas, en nuestro caso- muy exótica no es. Las variaciones en ésta vienen del tipo de corte de la patata, la inclusión (o no) de cebolla en la preparación y de lo cuajada que os guste. Parece una tontería, pero eso divide más a un país como el nuestro que ser de un partido político u otro o del equipo de fútbol correspondiente. A riesgo de significarme, diré que yo la prefiero sin cebolla y cuajada –no “ladrillo seco”, sino en su raro punto de jugoso equilibrio- porque no soporto el huevo crudo desparramándose por el plato (puaj!!!).
De todas maneras, os invito a añadirle unos espárragos silvestres (y de pronto la habréis convertido en una tortilla campera) o unos pimientos del piquillo, o… Lo que os venga en gana, que para eso la cocina es vuestra. Hasta con cebolla confitada (la hay en bote) las he visto últimamente por esos blogs.
El quid de la cuestión está en la proporción huevo/patata. Tras mirar en los recetarios de la casa y después de algunas pruebas, he llegado a la que me gusta: 500 g de patatas para cada cuatro huevos (y 125 g de cebolla si insistís en añadirla).
[NOTA: si vais a hacerla con cebolla, picadla fina y ponedla a freír a fuego medio (no es cuestión de carbonizarla). Cuando la veáis transparente añadís la patata y así va absorbiendo el sabor, que es lo que se supone que os gusta a los de la cebolla :P ]
La manera de hacerla os la cuento debajo. Y si queréis descargaros la receta, os dejo un pdf aquí.
Para situarnos: la mejor tortilla es la de vuestras madres (en mi caso, no; la mejor es la de Mme. Cocotte, que las hace justo como a mí me gustaría hacerlas). No se hable más, Pero como pasa tantas veces, lo mejor es enemigo de lo bueno y aquí vamos a intentar enseñaros a hacer una tortilla decente, de esas que llevas a un cumpleaños -¿hay cumpleaños posible sin tortilla?- y quedas como un señor. O como una señora. O como un alabardero. Cada uno como lo que le apetezca.
Tortillas se pueden hacer miles. La mezcla de aceite de oliva (virgen extra, por favor), huevos y verduras –patatas, en nuestro caso- muy exótica no es. Las variaciones en ésta vienen del tipo de corte de la patata, la inclusión (o no) de cebolla en la preparación y de lo cuajada que os guste. Parece una tontería, pero eso divide más a un país como el nuestro que ser de un partido político u otro o del equipo de fútbol correspondiente. A riesgo de significarme, diré que yo la prefiero sin cebolla y cuajada –no “ladrillo seco”, sino en su raro punto de jugoso equilibrio- porque no soporto el huevo crudo desparramándose por el plato (puaj!!!).
De todas maneras, os invito a añadirle unos espárragos silvestres (y de pronto la habréis convertido en una tortilla campera) o unos pimientos del piquillo, o… Lo que os venga en gana, que para eso la cocina es vuestra. Hasta con cebolla confitada (la hay en bote) las he visto últimamente por esos blogs.
El quid de la cuestión está en la proporción huevo/patata. Tras mirar en los recetarios de la casa y después de algunas pruebas, he llegado a la que me gusta: 500 g de patatas para cada cuatro huevos (y 125 g de cebolla si insistís en añadirla).
[NOTA: si vais a hacerla con cebolla, picadla fina y ponedla a freír a fuego medio (no es cuestión de carbonizarla). Cuando la veáis transparente añadís la patata y así va absorbiendo el sabor, que es lo que se supone que os gusta a los de la cebolla :P ]
La manera de hacerla os la cuento debajo. Y si queréis descargaros la receta, os dejo un pdf aquí.
TORTILLA DE PATATAS Dificultad: para cocinillas sin miedo a las críticas. Ingredientes (Para una tortilla mediana. Con mi sartén, de unos 18 cm de diámetro y 3 de alto, para hacernos una idea.):
Preparación: 1 Lavamos las patatas, las secamos con un paño y las partimos en dos a la larga. Después, las cortamos en láminas finas (como de 3 mm de grosor). Hay gente que las corta en cubitos, eso va en gustos. 2 Se pone aceite abundante a calentar en la sartén y se fríen las patatas, moviéndolas de vez en cuando y echándoles un poco de sal. 3 Una vez fritas -las dejaremos más o menos doradas, según nos gusten- se sacan de la sartén con una espumadera y se ponen a escurrir en un colador grande. Así conseguimos que pierdan aceite y que se templen, paso fundamental para lo que viene. 4 Aparte, batimos los huevos con el tenedor y ponemos un poco de sal, sin olvidar que ya les hemos echado a las patatas al freírlas. Hay que hacerlo con un poco de cuidado para que queden bien batidos pero sin hacer espuma, que luego cuaja en la sartén y es como comer cristal. Nada de a la velocidad de la luz, que tenemos tiempo de sobra. 5 En el mismo recipiente en el que tenemos los huevos batidos, que debe ser amplio como un piso antiguo, se echan las patatas y se mezclan bien con un tenedor. Por esto debíamos dejar que las patatas se enfriasen, para no cuajar la mezcla. 6 Ponemos dos cucharadas de aceite en una sartén mediana -no hace falta más, en serio- y cuando esté caliente vertemos la mezcla de huevos y patata. Movemos la sartén por el mango para que no se nos pegue la tortilla y cuando se vea bien despegada y dorada se pone un plato encima (es muy importante que el plato sea más grande que la sartén), se vuelca la sartén y se escurre suavemente la tortilla de nuevo en la sartén. 7 Se vuelve a mover por el mango para que no se pegue y se va remetiendo el borde para que quede redondito, que si no alguien vendrá y se reirá de nuestra tortilla y no es plan. Cuando esté cuajada a nuestro gusto la pasamos a un plato y la miramos con arrobo. Marida perfectamente con vino tinto, cerveza fría e incluso con café con leche. |