Lo malo de guiarse en esto de la cocina por una lista de platos anotados casi aleatoriamente en un cuaderno, es que un método muy sistemático, no es. Para qué engañarnos. Así pues, tengo que reconocer que una de las tareas culinarias pendientes de M. Cocotte era aprender a hacer huevos fritos. Sí, no sabía. Pero ahora he visto la luz cual Saulo y he caído de mi caballo. Bueno, a lo mejor no tanto.
En toda aventura hay un momento en el que el protagonista deja de ser uno más para convertirse en héroe. Todo César tiene su Rubicón; todo Frodo su desfiladero de Cirith Ungol. Un punto clave; un umbral que hay que atravesar para llegar a tu destino. Pues el paso obligado para ser un buen cocinero “de casa” es saber hacer huevos fritos. No me invento nada. Puede que elabores unas Sachertortes estupendas o unas salchichas al vino geniales o una pasta fabulosa, con su albahaca fresca y todo, pero si no sabes hacer ni un huevo frito… Pues como reza el dicho, no sabes cocinar. Lo saben todas las madres.
- “Tu prima Aurorita no sabe ni hacer un huevo frito. ¡Vaya desastre de chica!”.
Aurora, puede que sea especialista en física de partículas o descubridora de la cura del cáncer, pero si no sabe ni freír un huevo… Ya se sabe cómo son los de los pueblos. Al menos los del pueblo de maman Cocotte.
El caso es que ya llevaba un tiempo mirando mi famosa “lista de platos por hacer” y éste parecía que me llamaba, así que decidí esperar a estar solo en casa… ¿Por qué sólo? Muy sencillo. Hay retos que necesitan toda nuestra atención, toda nuestra valentía, que el pundonor varonil… Vale, tenía un poco de miedo a las críticas de Mme. Cocotte.
Lo normal hubiese sido que le pidiese ayuda a mi madre, pero te deja en mal lugar.
EL APRENDIZAJE DE M. COCOTTE (obra en un acto) (corto).
Se abre el telón. M. Cocotte está en el salón de su casa. Coge un teléfono móvil de la mesa y llama a su madre.
- (M. Cocotte). Mamá, ¿me enseñas a hacer huevos fritos?
- (Maman Cocotte. Sólo se oye su voz). ¡Tú estás tonto, hijo!
Se cierra el telón.
De repente dejó de parecerme buena idea, así que me fui a la estantería, miré la cada vez más abultada sección de cocina y noté como uno de aquellos volúmenes parecía brillar más que ningún otro. Era como con si de él emanase una luz misteriosa que quisiera llamar mi atención. A lo mejor es porque estaba forrado con plástico.
Era el 1080. La Biblia. Mejor que la Biblia, porque éste está lleno de información realmente útil. Por ejemplo, en la Biblia no viene un calendario de verduras. He mirado a ver si en el Deuteronomio, pero ni por esas.
Busqué en el índice y allí estaba, como iluminado por un rayo divino, en el índice ponía: “Huevos fritos (Manera de haceros), 497”. Ahora que lo pienso, no era un rayo de luz divina. Era el fluorescente de la cocina. ¡Estamos buenos con la iluminación!
Así que me fui a la receta 497. A partir de ahora recordare ese número como los fans de Lost se acuerdan de la ristra de números esa: 4, 8, 15, 16,… ¿Si los pones en una primitiva te sacas el bote?
LA RECETA 497( O “MANERA DE HACER LOS HUEVOS FRITOS”)
“Para freír bien los huevos, es mejor hacerlos de uno en uno (si se quiere hacer más rápidamente, es preferible coger dos sartenes pequeñas y hacerlos así a un mismo tiempo). Si están recién sacados de la nevera mejor”.
Empezamos mal. Si el primer párrafo es este, empezamos mal. Así que doña Simone era una mandona. ¿De uno en uno? ¿Y si tienes invitados? ¿Le vas a tener haciendo cola en la cocina? ¿Y si te quieres comer cuatro? Debe ser para que no se peguen, vale. ¿Y lo de sacarlos de la nevera un momento antes? Cuantos misterios en torno al humilde huevo frito…
Como soy bueno me fui a la nevera y saqué nuestro fabuloso huevo. Se le notaba un poco frío. Normal. Yo también lo estaría.
“Poner en una sartén pequeña bastante aceite, y cuando sale humo se echa el huevo, que se tendrá previamente cascado en una taza”.
Lo del echar aceite parecía un paso lógico. Es muy difícil freír algo sin aceite o si éste permanece la misma temperatura que la mirada de Catherine Deneuve un día de lluvia. Lo de la taza es otro cantar. Es de esas cosas que te dan algo de seguridad, pero no se quieren reconocer. Vamos, que nunca se lo has visto hacer a nadie, pero piensas que te va ayudar a que el aceite no salte, a que no te queme, a que no tengas que salir corriendo en busca de un grifo y de pasta de dientes…
Ah, lo del aceite echando humo… ¿Seria otra referencia a Lost? Personalmente, prefiero probar la temperatura del aceite echando un trocito de pan y viendo como se fríe. Se puede aprender mucho de un trozo de pan que se fríe en una sartén. Especialmente, a no meter la mano aceite hirviente. En cuanto a lo del humo, nunca hay que olvidar que si sale humo del aceite… ¡es que se está quemando!
Así que mientras se iba calentando el aceite, casqué el huevo y… Miré la taza con resquemor. Se le había roto la yema y tenía que usar otro. Visto ahora parece una tontería, pero me sentó mal. Son esas pequeñas cosas que rompen la magia.
Como seguía siendo bueno, y me lo quería comer, volví a abrir el frigorífico y saqué un segundo fabuloso huevo. Ahora se me notaba más frío a mí.
"Se echa con cuidado, y con la espumadera se va echando aceite por encima".
Esto parece sencillo, ¿a que si? Pues tampoco. En mi caso el aceite debía estar más caliente de lo que yo creía y el huevo sufrió un interesante en intimidatorio “efecto Spawn”, consistente en que lo que en casa de mi madre siempre se ha llamado “puntilla”, se desarrolló a gran velocidad, propinando a quien escribe estas líneas un susto considerable, al que siguió un rapidísimo y grácil salto hacia atrás. Bueno, tal vez no muy grácil. Afortunadamente, no hay testimonio gráfico de ese momento (uuuffff, menos mal!). Por eso elegí un día en el que estaba solo en casa. ¿Veis como era buena idea?
Cuando el huevo queda suelto y flotando en la sartén, se saca con la espumadera, quedando en su punto para servir”.
Este paso es muy importante para que la yema no se convierta en un ladrillo. Si no se puede mojar la yema, no es un huevo frito. Habrá que buscarle otro nombre. Tortilla imbatida podría estar bien.
"Se deben salar los huevos después de sacados del aceite (pues éste saltaría y podría quemar)".
¿Saltaría? ¿En serio? ¿Y lo de antes que fue? ¿Un espejismo? Porque yo, quemarme, ¡me he quemando! Podría quemar, podría quemar…
Una vez fuera de la sartén, la única duda es con qué acompañarlo. Hay quien prefiere la chistorra, quien las patatas fritas. Incluso los pimientos verdes, fritos también. Yo lo usé para convertir un cocido madrileño en cocido revolucionario (que es un cocido, pero con más huevos). Mi primer huevo frito estaba exquisito, pero el resultado fue difícil de digerir.
En toda aventura hay un momento en el que el protagonista deja de ser uno más para convertirse en héroe. Todo César tiene su Rubicón; todo Frodo su desfiladero de Cirith Ungol. Un punto clave; un umbral que hay que atravesar para llegar a tu destino. Pues el paso obligado para ser un buen cocinero “de casa” es saber hacer huevos fritos. No me invento nada. Puede que elabores unas Sachertortes estupendas o unas salchichas al vino geniales o una pasta fabulosa, con su albahaca fresca y todo, pero si no sabes hacer ni un huevo frito… Pues como reza el dicho, no sabes cocinar. Lo saben todas las madres.
- “Tu prima Aurorita no sabe ni hacer un huevo frito. ¡Vaya desastre de chica!”.
Aurora, puede que sea especialista en física de partículas o descubridora de la cura del cáncer, pero si no sabe ni freír un huevo… Ya se sabe cómo son los de los pueblos. Al menos los del pueblo de maman Cocotte.
El caso es que ya llevaba un tiempo mirando mi famosa “lista de platos por hacer” y éste parecía que me llamaba, así que decidí esperar a estar solo en casa… ¿Por qué sólo? Muy sencillo. Hay retos que necesitan toda nuestra atención, toda nuestra valentía, que el pundonor varonil… Vale, tenía un poco de miedo a las críticas de Mme. Cocotte.
Lo normal hubiese sido que le pidiese ayuda a mi madre, pero te deja en mal lugar.
Se abre el telón. M. Cocotte está en el salón de su casa. Coge un teléfono móvil de la mesa y llama a su madre.
- (M. Cocotte). Mamá, ¿me enseñas a hacer huevos fritos?
- (Maman Cocotte. Sólo se oye su voz). ¡Tú estás tonto, hijo!
De repente dejó de parecerme buena idea, así que me fui a la estantería, miré la cada vez más abultada sección de cocina y noté como uno de aquellos volúmenes parecía brillar más que ningún otro. Era como con si de él emanase una luz misteriosa que quisiera llamar mi atención. A lo mejor es porque estaba forrado con plástico.
Era el 1080. La Biblia. Mejor que la Biblia, porque éste está lleno de información realmente útil. Por ejemplo, en la Biblia no viene un calendario de verduras. He mirado a ver si en el Deuteronomio, pero ni por esas.
Busqué en el índice y allí estaba, como iluminado por un rayo divino, en el índice ponía: “Huevos fritos (Manera de haceros), 497”. Ahora que lo pienso, no era un rayo de luz divina. Era el fluorescente de la cocina. ¡Estamos buenos con la iluminación!
Así que me fui a la receta 497. A partir de ahora recordare ese número como los fans de Lost se acuerdan de la ristra de números esa: 4, 8, 15, 16,… ¿Si los pones en una primitiva te sacas el bote?
LA RECETA 497( O “MANERA DE HACER LOS HUEVOS FRITOS”)
“Para freír bien los huevos, es mejor hacerlos de uno en uno (si se quiere hacer más rápidamente, es preferible coger dos sartenes pequeñas y hacerlos así a un mismo tiempo). Si están recién sacados de la nevera mejor”.
Empezamos mal. Si el primer párrafo es este, empezamos mal. Así que doña Simone era una mandona. ¿De uno en uno? ¿Y si tienes invitados? ¿Le vas a tener haciendo cola en la cocina? ¿Y si te quieres comer cuatro? Debe ser para que no se peguen, vale. ¿Y lo de sacarlos de la nevera un momento antes? Cuantos misterios en torno al humilde huevo frito…
Como soy bueno me fui a la nevera y saqué nuestro fabuloso huevo. Se le notaba un poco frío. Normal. Yo también lo estaría.
“Poner en una sartén pequeña bastante aceite, y cuando sale humo se echa el huevo, que se tendrá previamente cascado en una taza”.
Lo del echar aceite parecía un paso lógico. Es muy difícil freír algo sin aceite o si éste permanece la misma temperatura que la mirada de Catherine Deneuve un día de lluvia. Lo de la taza es otro cantar. Es de esas cosas que te dan algo de seguridad, pero no se quieren reconocer. Vamos, que nunca se lo has visto hacer a nadie, pero piensas que te va ayudar a que el aceite no salte, a que no te queme, a que no tengas que salir corriendo en busca de un grifo y de pasta de dientes…
Ah, lo del aceite echando humo… ¿Seria otra referencia a Lost? Personalmente, prefiero probar la temperatura del aceite echando un trocito de pan y viendo como se fríe. Se puede aprender mucho de un trozo de pan que se fríe en una sartén. Especialmente, a no meter la mano aceite hirviente. En cuanto a lo del humo, nunca hay que olvidar que si sale humo del aceite… ¡es que se está quemando!
Así que mientras se iba calentando el aceite, casqué el huevo y… Miré la taza con resquemor. Se le había roto la yema y tenía que usar otro. Visto ahora parece una tontería, pero me sentó mal. Son esas pequeñas cosas que rompen la magia.
Como seguía siendo bueno, y me lo quería comer, volví a abrir el frigorífico y saqué un segundo fabuloso huevo. Ahora se me notaba más frío a mí.
"Se echa con cuidado, y con la espumadera se va echando aceite por encima".
Esto parece sencillo, ¿a que si? Pues tampoco. En mi caso el aceite debía estar más caliente de lo que yo creía y el huevo sufrió un interesante en intimidatorio “efecto Spawn”, consistente en que lo que en casa de mi madre siempre se ha llamado “puntilla”, se desarrolló a gran velocidad, propinando a quien escribe estas líneas un susto considerable, al que siguió un rapidísimo y grácil salto hacia atrás. Bueno, tal vez no muy grácil. Afortunadamente, no hay testimonio gráfico de ese momento (uuuffff, menos mal!). Por eso elegí un día en el que estaba solo en casa. ¿Veis como era buena idea?
Cuando el huevo queda suelto y flotando en la sartén, se saca con la espumadera, quedando en su punto para servir”.
Este paso es muy importante para que la yema no se convierta en un ladrillo. Si no se puede mojar la yema, no es un huevo frito. Habrá que buscarle otro nombre. Tortilla imbatida podría estar bien.
"Se deben salar los huevos después de sacados del aceite (pues éste saltaría y podría quemar)".
¿Saltaría? ¿En serio? ¿Y lo de antes que fue? ¿Un espejismo? Porque yo, quemarme, ¡me he quemando! Podría quemar, podría quemar…
Una vez fuera de la sartén, la única duda es con qué acompañarlo. Hay quien prefiere la chistorra, quien las patatas fritas. Incluso los pimientos verdes, fritos también. Yo lo usé para convertir un cocido madrileño en cocido revolucionario (que es un cocido, pero con más huevos). Mi primer huevo frito estaba exquisito, pero el resultado fue difícil de digerir.